Europa teme un aluvión de refugiados que huyen de la guerra en Siria

El posible inminente ataque del régimen sirio sobre la región de Idlib, la última controlada por grupos opositores armados, puede provocar consecuencias en Europa. La Comisión Europea y el gobierno griego están acelerando sus planes para dejar espacio en los centros de detención de migrantes en las islas griegas del Mar Egeo ante la eventualidad de […]



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El posible inminente ataque del régimen sirio sobre la región de Idlib, la última controlada por grupos opositores armados, puede provocar consecuencias en Europa. La Comisión Europea y el gobierno griego están acelerando sus planes para dejar espacio en los centros de detención de migrantes en las islas griegas del Mar Egeo ante la eventualidad de otra llegada masiva de refugiados que huyan de Idlib.

La oficina de Coordinación Humanitaria de Naciones Unidas calculaba esta semana que en caso de ataque a Idlib podrían huir hasta 800.000 personas y que 30.000 ya tuvieron que abandonar sus hogaresante los bombardeos.

El plan conlleva dos partes. La primera consiste en trasladar desde los campos de islas como Lesbos, Quíos, Samos o Kos hacia la Grecia continental a los refugiados que no pueden ser deportados de vuelta a Turquía. La segunda parte conlleva la aceleración de las deportaciones de aquellos a los que no se les concede asilo.

Además de dejar sitio libre en esos centros de detención ante esa hipotética nueva llegada de refugiados, se enviaría a estos el mensaje de que su viaje hacia Europa es inútil porque quedarían confinados en las islas griegas.

El plan también servirá para aliviar las condiciones en esos campos, principalmente en el de Moria, en la isla de Lesbos. Moria tiene capacidad oficial para unas 3.000 personas pero habitualmente son más de 9.000 los encerrados tras sus rejas. Entre todos los campos de las islas del Egeo hay capacidad para unas 6.000 personas pero ahora están encerrados en ellas más de 17.000.

Las ong’s que tienen acceso al campo llevan años denunciando las miserables condiciones de vida de quienes están ahí encerrados. Entre sus últimas denuncias aparecen intentos de suicidio de niños menores de 10 años, casos de violencia sexual contra mujeres, niños durmiendo rodeados de aguas fecales y que sólo hay un médico pagado por el gobierno griego.

El comisario europeo de Inmigración, Dimitris Avramopoulos, viaja esta semana a Atenas para cerrar los detalles del plan, que en un primer momento servirá para evacuar a 3.000 personas desde Moria hacia Atenas. Esos primeros 3.000 serían solicitantes de asilo con posibilidades de ver aceptada su petición y se escogerían entre los más vulnerables, como menores no acompañados o familias con hijos.

Bruselas vende ese movimiento como algo humanitario para atender las peticiones de las ong’s, pero las fuentes consultadas en la capital comunitaria reconocen que se trata también de hacer sitio ante la eventual llegada de más refugiados.

Avramopoulos reconoció la semana pasada los problemas que se viven en los campos de detención, sobre todo en el de Moria en Lesbos, pero dijo que la Comisión Europea está haciendo “todo lo que está en nuestro poder” para ayudar a Grecia a mejorar las condiciones.

Bruselas lleva años presionando a Grecia para que no mueva a los solicitantes de asilo hacia el continente y los mantenga confinados en esas islas por temor a que intenten viajar hacia el norte de Europa.

Avramopoulos también dijo que Grecia debe “acelerar los procedimientos y aumentar el número de devoluciones” porque así se “descongestionarán las islas” pero también “se reducirá el efecto llamada para los traficantes”. Los responsables europeos siguen creyendo que los sirios no huyen porque les caigan bombas sobre la cabeza sino por un supuesto efecto llamada.

Bruselas también mira a Turquía porque sabe que en último término si la situación en Idlib degenera y los sirios de esa región huyen hacia la frontera, llegarán a Grecia sólo si el gobierno del presidente Erdogan lo permite. No está claro que el presidente turco vaya a abrirles la frontera, que está sellada con un muro defendido por hombres armados y sistemas de detección de movimiento y calor para impedir cruces.

En el caso de que les permita el paso, Turquía podría respetar su acuerdo con la Unión Europea, por el que se llevó más de 6.000 millones de euros, e impedirles viajar hacia Grecia. Turquía ya tiene en su territorio, según calcula Naciones Unidas, a unos 3,5 millones de refugiados sirios.

Fuente: Clarín

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