Emmanuel Macron enfrenta una rebelión parlamentaria por la inmigración

A un año de llegar al gobierno, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, enfrenta divisiones y una directa confrontación con su mayoría, que no está de acuerdo con su liberalismo. La inmigración los divide. Los diputados de En Marcha fueron los primeros en acusar al gobierno de falta de humanidad en el caso del barco Aquarius, con […]



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A un año de llegar al gobierno, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, enfrenta divisiones y una directa confrontación con su mayoría, que no está de acuerdo con su liberalismo. La inmigración los divide. Los diputados de En Marcha fueron los primeros en acusar al gobierno de falta de humanidad en el caso del barco Aquarius, con sus náufragos del Mediterráneo finalmente depositados en España.

La diversidad de un líder que no es de centro, de derecha ni de izquierda ha conseguido una mayoría variopinta, que es muy difícil de sostenerse y comienzan a aparecer divisiones y subgrupos. Este mismo fenómeno es el que impidió al ex presidente socialista Francois Hollande gobernar y finalmente ser candidato socialista en las elecciones.

Socialistas, Modem, republicanos, todos en salto mortal al Macronismo, se sumaron a un grupo de jóvenes legisladores, que nunca habían militado en política y no tenían experiencia parlamentaria. Los más jóvenes no sabían cómo escribir un proyecto de ley, desconocían los procedimientos, pero tenían fuertes convicciones de acompañar a Macron en la reforma de Francia.

El problema comenzó entre los legisladores “de la política”, que comenzaron a sentir las restricciones de palabra que les imponía el Macronismo. Ese exceso de celo y control político que se ejerce sobre todos desde el palacio del Eliseo hizo enfurecer a los Republicanos que se pasaron al Macronismo.

Los 312 diputados de la mayoría en la Asamblea Nacional ahora no disimulan críticas ni protestan contra los “control freaks” del Eliseo. Hasta ahora lo hacían vía Telegram, que es la red utilizada por los Marcheurs, como se llama a los seguidores de En Marcha. Pero ahora las diferencias son más públicas.

La ley de asilo e inmigración fue el punto donde comenzaron los diferencias. Los macronistas pueden ser liberales en lo económico pero tienen un sueño humanitario de dignidad y justicia. Les incomodan las recetas securitarias del ministro del interior y ex socialista Gerard Colomb y tuvieron que digerirla sin enmiendas.

“Es la última vez que yo voto una ley sin protestar”, dijo uno de los parlamentarios. ”La ley de asilo ha creado desórdenes” admite otro diputado.

Contra el control férreo del ex socialista y presidente en el Parlamento Richard Ferrand y del primer ministro Edouard Philippe, los Marcheurs se rebelan. Le agregan enmiendas más enmiendas a las leyes para diferenciarse y hacerse escuchar. Comienza a crecer un resentimiento contra los que buscan controlarlos y sus ideas..

Las enmiendas les atrasan el calendario parlamentario y preocupan al presidente, que quiere imprimir a sus reformas un “tempo” que la Asamblea Nacional atrasa.

Frente a las reformas laborales y económicas de Macron, muchos diputados no quieren aparecer como “derechistas” frente a su electorado que apoyó un modelo de economía escandinava y no anglosajona, como está aplicando el presidente. Le exigen al jefe de Estado y al primer ministro expresar una solidaridad social.

“El desafío de superar los clivajes derecha e izquierda del grupo no se ha conseguido aun”, dice un parlamentario. ”Ante cada nueva tensión, caemos en los viejos campos”, admitió. El “off the record” es la regla entre los Marcheurs de la Asamblea ante la rigidez comunicacional de En Marcha.

El barco Aquarius, fletado por las ONG francesas SOS Mediterranée y Médicos sin Fronteras, para rescatar a los inmigrantes náufragos del Mediterráneo, hizo crujir las lealtades entre los Marcheurs. Le exigían al presidente Macron “humanidad”, que recibiera a los barcos en Francia mientras el gobierno francés permanecía mudo y argumentaba que las ONG no habían pedido ayuda a Francia.

Fue esa presión la que forzó a Macron a ofrecer a España recibir algunos refugiados que quisieran venir al país , si reunían las condiciones. Fue luego que propusiera, junto al primer ministro italiano Giuseppe Conte, una “fortaleza Europa”, con los migrantes procesados en sus países de origen, en “Hots Spots” para frenar su llegada a Europa y garantizar que los rechazados sean deportados.

El gobierno del español Pedro Sánchez informó el lunes que la mitad de los 630 migrantes del Aquarius quieren pedir asilo en Francia. El gobierno francés dijo que tratará la situación “caso por caso”. Un sondeo de Opinion Way revela que el 56 por ciento de los franceses consideran que su país ha adoptado la buena decisión de no recibir a los asilados de Aquarius contra el 42 por ciento que piensa lo contrario.

Ahora los diputados de En Marcha tienen la posibilidad de hablar públicamente, si no están de acuerdo con estos procedimientos.

Fuente: Clarín

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