El INTA avanza en el desarrollo de otra vacuna argentina contra el coronavirus

Está basada en una tecnología innovadora que investigadores del Grupo de Nanomedicina Veterinaria del instituto de Bariloche venían desarrollando para vacunas veterinarias desde 2005. Ya generó anticuerpos en ratones y avanza hacia nuevos ensayos.



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Basada en una tecnología innovadora que venían desarrollando para vacunas veterinarias desde 2005, investigadores del Grupo de Nanomedicina Veterinaria del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Bariloche desarrollan una vacuna candidata contra el coronavirus que generó anticuerpos en ratones y avanza hacia nuevos ensayos.

«Hoy superamos la primera etapa de la investigación que era comprobar que la vacuna generaba anticuerpos en los ratones inoculados; lo que sigue inmediatamente es comprobar que esos anticuerpos logren neutralizar el coronavirus y verificar que la respuesta inmunológica sea duradera«, describió el médico veterinario y virólogo Sebastián Pappalardo, responsable del Laboratorio de Nanomedicina Veterinaria de INTA Bariloche.

Superada esa etapa, se realizarán las mismas pruebas en modelos de ratones «humanizados» y finalmente se evaluará que la vacuna haya sido segura e inocua.

Recién entonces -si todo sale bien se espera que sea antes de fin de año- se comenzaría a planificar un ensayo clínico, es decir, a probar la vacuna en personas luego de la certificación y autorización correspondiente por Anmat.

El trabajo de Pappalardo y su equipo se remonta a 2005: «Las vacunas veterinarias son muy parecidas a las que se realizan para las personas con la diferencia que tienen otra regulación y que tienen que ser muy económicas», contó.

En ese contexto se comenzó a diseñar una vacuna «inspirada» en la naturaleza: «Muchos patógenos (virus, algunas bacterias y algunos hongos) utilizan moléculas como llaves para ingresar al organismo a través de receptores celulares. El virus HIV-1, por ejemplo, tiene en las puntas de la proteína gp120 azúcares que son los que le permiten ingresar a las células dendríticas e infectarlas», describió.

El objetivo era crear un vehículo que transporte antígenos o genes del patógeno (ADN plasmídico) contra el que se quiere generar inmunidad, que pudiera imitar este comportamiento de «direccionamiento hacia células dendríticas» y en lugar de infectarlas, emular ese mecanismo para entregarles antígeno o ADN del patógeno contra el que se quiere inmunizar.

«Se buscó que esos vehículos estuvieran direccionados a las células dendríticas ya que son las células mas importantes del sistema inmunológico que disparan y polarizan la respuesta inmune como reacción frente al contacto con un patógeno o una vacuna», indicó.

Y detalló que «lo que hacen las células dendríticas se llama endocitosis, es como que se comen al virus o bacteria, lo desintegran y lo devuelven a la superficie generando la respuesta de los linfocitos y activando también la producción de anticuerpos».

A partir de nanotecnología desarrollaron liposomas, «que son como una pelota de tenis minúscula formada por lípidos (los mismos que forman las membranas de las células), a los que le agregamos una molécula sintética que le produce como si fueran espículas que en la punta tienen azúcares, imitando lo que hacen los patógenos para infectar«, describió.

Fuente: Télam



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