El hombre que sobrevivió al ataque de un oso, una serpiente y un tiburón

Tiene 20 años y es amante de la vida al aire libre. Aunque sufrió sus consecuencias.



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Algunos surfistas en Hawai padecieron el ataque de un tiburón. En un desierto Utah es posible recibir una mordedura de una serpiente cascabel. Y si estás acampando en un bosque de Colorado, hay alguna probabilidad de ser atacado por un oso negro. Lo raro es que todos estos ataques los reciba la misma persona y que viva para contarlo. ¿Cuáles son las probabilidades de que esto ocurra? 893.35 cuatrillones a uno.

Pero ese «uno» existe. Vive en Estados Unidos y esta es su historia. Se llama Dylan McWilliams, tiene 20 años y es un entusiasta del aire libre de Colorado. Todos estos ataques los ha vivido en poco más de tres años, pero él sigue viviendo en contacto permanente con la naturaleza.

La semana pasada, McWilliams estaba practicando surf en Hawái, cuando sintió que algo le golpeaba en la pierna. “Vi al tiburón debajo de mí. Empecé a patearlo, sé que lo golpeé al menos una vez, y nadé hasta la orilla lo más rápido que pude”, explica McWilliams. La herida requirió siete puntos y las marcas de los dientes sugirieron que se trataba de un tiburón tigre.

«Mi madre estaba preocupada», dijo Dylan sobre su llamada a sus padres poco después de que los paramédicos se encargaran de su lesión. «No sé si me quieren haciendo todo esto», admite, pero cree que lo apoyan.

Dylan ha estado recorriendo los Estados Unidos y Canadá durante los últimos años, financiando sus viajes con trabajos ocasionales en ranchos e incluso como instructor de entrenamiento de supervivencia. «He estado enseñando a niños y personas, cualquiera que quiera, cómo sobrevivir en el desierto y vivir de la tierra como lo hicieron los exploradores», explica.

Su abuelo fue la primera persona en enseñarle técnicas de supervivencia a la edad de tres o cuatro años, y nació un amor por el aire libre. Las probabilidades de ser atacado por un tiburón en aguas de Estados Unidos es uno de 11,5 millones.

En julio pasado estaba acampando con unos amigos en un bosque de Colorado, cuando a las 4 de la madrugada, mientras dormía a la intemperie, se despertó y descubrió que un oso negro estaba sujetando su cabeza.

«Este oso negro me agarró por la parte posterior de la cabeza, y yo estaba luchando hasta que me dejó ir», describe vívidamente Dylan. Sus amigos se despertaron con la conmoción, pero después de que el oso macho de 300 libras (136 kg) pisoteó a Dylan, se alejó.

Las probabilidades de sufrir el ataque de un oso es de 1 entre 2.1 millones. «Un oso negro norteamericano que ataca a un humano generalmente está hambriento», dijo el escritor Gordon Grice, autor de ‘El libro de los animales más mortíferos’. Entre 1900 y 2009, solo 14 personas fueron asesinadas por osos en los 48 estados continentales de EEUU.

Fuente: Clarín

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