El Gobierno se prepara para retomar los timbreos después de la corrida cambiaria

El primero fue el mal clima, la semana siguiente el partido de la selección contra Francia, y una semana más tarde ya no hubo explicaciones. En Cambiemos nadie pone excusas: los timbreos nacionales, una marca registrada de la gestión de Mauricio Macri, quedaron suspendidos por más de dos meses, con la idea inicial de esperar hasta que la […]



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El primero fue el mal clima, la semana siguiente el partido de la selección contra Francia, y una semana más tarde ya no hubo explicaciones. En Cambiemos nadie pone excusas: los timbreos nacionales, una marca registrada de la gestión de Mauricio Macri, quedaron suspendidos por más de dos meses, con la idea inicial de esperar hasta que la «tormenta económica» desatada en abril, y que desembocará según todos los pronósticos en recesión, dé signos de amainar.

Algo cambió, sin embargo, en las últimas horas. Desde la conducción de la coalición oficialista, y por iniciativa del jefe de Gabinete Marcos Peña, el Gobierno volverá a «testear» la calle el sábado 28 de julio, setenta días después de la última visita, casa por casa y barrio por barrio, de los principales referentes de Pro, la UCR y la CC-ARI de Elisa Carrió.

«Entre el clima y distintas razones (Mundial, feriados) se fue suspendiendo, pero vamos a retomar», afirmó a LA NACION una alta fuente de Pro, que encabezan a nivel nacional Humberto Schiavoni y Francisco Quintana. La noticia ya disparó la movilización de la tropa Pro, que responde a Peña y coordinan Federico Morales y Guillermo Riera en la sede partidaria de Balcarce al 400. El partido comenzó a prepararse para afrontar la calle, con el apoyo (no demasiado entusiasta) de radicales y lilitos.

El último timbreo nacional de Cambiemos fue el sábado 19 de mayo. El Presidente fue ese día al barrio porteño de Devoto, históricamente dominado por el macrismo, junto al jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta. Distendidos, ambos aceptaron la oferta del dueño de una peluquería de «venir a arreglarse el cabello», y Macri rio cuando su exmano derecha en la ciudad reconoció que «en ese tema estoy jodido».

Para un dirigente porteño, «es complicado salir para que te puteen», pero de todos modos él mismo terminará sumándose a la movida, que se repetirá -prometen en el macrismo-«una vez por mes» hasta el inicio de la campaña electoral.

Más allá de los timbreos, y con la prevención del caso por el tembladeral que aún afecta a la economía, en Cambiemos ya diseñan el escenario electoral del año que viene.

Los jefes de partido trabajan para conformar Cambiemos en los distritos en los que aún no se ha hecho, y donde aparece algún tipo de conflicto entre radicales, macristas y partidarios de Carrió.

En la Ciudad de Buenos Aires hay un preacuerdo para disputar la interna entre Pro y la UCR con Martín Lousteau, pero aún no se concretó.

En Chaco, la situación judicial de la diputada Aída Ayala, quien ayer enfrentó un fallo en contra de la Cámara de Casación, complica el armado electoral.

En La Pampa se prevé una interna entre el secretario de Deportes Carlos Mac Allister y el senador Juan Carlos Marino. Y en Santiago del Estero un sistema político monopolizado por el gobernador radical disidente Gerardo Zamora convierte en misión casi imposible la unidad con vistas a enfrentarlo.

A ellos se le suma el complejo panorama en Santa Fe: según fuentes partidarias el diputado macrista Luciano Laspina no está convencido de ser candidato a gobernador, y el intendente radical de Santa Fe, José Corral, está «vetado» por Carrió.

Solo hay una certeza: el concejal Roy López Molina será candidato a intendente de Rosario, y espera desbancar al socialismo luego de tres décadas al frente de esa ciudad.

Estos movimientos están limitados por la necesidad de calmar a los mercados, evitar una inflación desbocada y lograr que no se caiga el consumo.

«Con más del 3 por ciento de crecimiento ganamos la elección. Entre 0 y 3, que es lo que va a pasar, vamos a tener que trabajar mucho», pronostica un joven armador macrista, parte de la mesa partidaria.

Fuente: La Nación



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