Cómo son los campos de concentración para refugiados que planea crear Europa

La cumbre europea de este jueves y viernes podría dar luz verde a la creación de “plataformas de desembarco”. El nombre está por decidirse pues también se estudia llamarlos “centros cerrados”, “centros de procesamiento” o los ya usados en Grecia “hotspots”. Más allá del eufemismo elegido, se trata de crear campos de concentración de migrantes y […]



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La cumbre europea de este jueves y viernes podría dar luz verde a la creación de “plataformas de desembarco”. El nombre está por decidirse pues también se estudia llamarlos “centros cerrados”, “centros de procesamiento” o los ya usados en Grecia “hotspots”. Más allá del eufemismo elegido, se trata de crear campos de concentración de migrantes y refugiados.

La primera idea era construirlos en algún país fuera del territorio de la Unión Europea. Se apuntaba a Albania o incluso a países del norte de África como Túnez o Egipto, ante la imposibilidad de hacerlo en una Libia que la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) no considera “país seguro” para refugiados. Esa posibilidad sigue abierta pero Túnez ya dijo que no acepta albergar en su territorio esos centros. Albania y Egipto no se han pronunciado.

Los buques de ONGs y de las misiones oficiales europeas en el Mediterráneo llevarían a esos centros a todos los que fueran rescatados en el Mediterráneo. Ahí se encerraría a quienes fueran considerados migrantes económicos hasta que pudieran ser deportados de vuelta a sus países (la tasa efectiva de expulsiones en Europa no llega al 40% de quienes reciben una orden de deportación porque sus países no los admiten de vuelta y porque en algunos casos ni siquiera se puede determinar su país de origen).

También quedarían tras las rejas quienes pidieran asilo hasta que sus solicitudes fueran procesadas. Sin distinción de si son adultos, menores de edad con sus padres o incluso niños que viajan solos.

La legalidad de tales condiciones podría violar la directiva europea de asilo porque aunque esta admite el encierro de los migrantes por un período determinado hasta que se tramitan sus solicitudes, sólo lo permite como último recurso si hay pruebas de que el solicitante de asilo pudiera sustraerse al proceso para intentar quedarse de forma irregular en Europa.

El lunes, durante su visita a París para reunirse con el francés Emmanuel Macron, el presidente español Pedro Sánchez dijo que esos centros serían “conformes” a las normas de ACNUR, pero la propia agencia se ha mostrado siempre contraria a que se encierre sistemáticamente a todos los solicitantes de asilo. La bronca de ACNUR llegó a tal punto que en 2016 decidió no colaborar con el gobierno griego en la gestión de sus “hotspots” en las islas del Egeo.

Tales campos de concentración no son nuevos. Grecia tiene varios en sus islas del Egeo, donde solicitantes de asilo, principalmente sirios e iraquíes, pasan meses en condiciones miserables (no hay construcciones sólidas para albergarlos, sino barracones metálicos y tiendas de campaña) hasta que poco a poco consiguen ser trasladados a la Grecia continental. Las condiciones fueron continuamente denunciadas por ONGs. Nieve en invierno, 40 grados en verano, mala alimentación, falta de cuidados médicos, desesperación que en algunos casos condujo al suicidio.

En principio quienes vieran aceptada su solicitud de asilo serían repartidos por los países de la Unión Europea, aunque el éxito de esa idea está lejos de ser una realidad a la vista de lo sucedido en los campos que ya existen en Grecia porque los gobiernos europeos arrastran los pies a la hora de cumplir con sus cuotas de admisión de refugiados. El fracaso de aquellos “hotspots” fue evidente poco después de su creación en 2015. Desde entonces sólo se transfirió a otros países europeos a unos 35.000 solicitantes de asilo que vieron aceptada su petición.

Otra de las razones del fracaso se debió a la respuesta del anterior gobierno italiano ante la falta de solidaridad de sus vecinos europeos. Roma se hartó de esperar a que los refugiados fueran relocalizados y les dejó viajar al norte. La mayoría buscó llegar a Francia, Alemania y los países nórdicos.

La nueva Italia, dominada por el neofascista Matteo Salvini, tiene una idea aún más dura. En su visita de este lunes a Libia, Salvini habló de la posibilidad de crear esos campos de concentración de migrantes y refugiados en pleno Sáhara, en la frontera sur de Libia. La idea es que la frontera europea se mueva al sur, hasta el vacío desierto del Sáhara si es posible. Lejos de los focos de los testigos molestos de las ONGs y los medios de comunicación.

Fuente: Clarín

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