Caos funerario en China: exhuman, confiscan y destruyen ataúdes para salvar tierras

Una provincia prohíbe los entierros para "salvar" espacio. Y en Hong Kong, buscar lugar para los muertos es más difícil que para los vivos.

 



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Morir y ser enterrado. Tradición ancestral. El fin de casi todo mortal. Salvo en la provincia de Jiangxi en China, donde hace seis meses está tajantemente prohibido. La política allí es «tolerancia cero» a los entierros en las zonas rurales. La costumbre quedó aplastada en la batalla por preservar las tierras cultivables al punto tal que las autoridades decidieron convertir en astillas ataúdes que familias pobres habían comprado usando el ahorro de toda una vida.

La idea del gobierno de Jiangxi es que la cremación sea el último destino para los seres queridos. Buscan salvar la tierra y desalentar ceremonias fúnebres extravagantes, y ya pusieron una fecha límite para cumplir con la orden: para septiembre la política será «solo cremación».

En fotografías y videos compartidos en las redes sociales chinas durante el fin de semana, se vio a funcionarios que ingresaban a aldeas en las ciudades de Ganzhou, Jian y Yichun y sacaban ataúdes de los hogares de las personas a la fuerza.

Enormes montones de cajones fueron amontonados y destruidos por excavadoras, y muchos ancianos que intentaban desesperadamente evitar la destrucción se lanzaron dentro de los ataúdes y terminaron siendo arrastrados, relata el diario South China Morning Post.

Desde que se introdujo la política de cero entierros, se ha prohibido poseer o construir un ataúd, y los funcionarios en muchas partes de Jiangxi han pasado los últimos seis meses confiscando los que ya existen.

Ataúdes apilados y destruidos, en China./ Twitter vía @boppinmule

Ataúdes apilados y destruidos, en China./ Twitter vía @boppinmule

La tarea comenzó con las autoridades yendo casa por casa pidiendo que la gente entregue sus ataúdes voluntariamente.  Se entregaron 5.800 en 24 aldeas. Y en algunos casos se llegó a pagar cerca de 300 dólares como compensación. Pero no todos están dispuestos a vender.

A dos ancianos de más de 70 años les quitaron sus cajones el domingo. Estaban guardados en salones ancestrales de la familia desde hace 30 años, hechos por carpinteros con madera de las tierras de la familia. Se los llevaron sin más.

¿Por qué tener un ataúd en casa?

Existe una larga tradición en la China rural de construir ataúdes a medida, que luego se guardan en las casas con la esperanza de que traigan longevidad y buena fortuna.

A las poblaciones pobres de las zonas rurales les llevan años de ahorro poder conseguir un ataúd, mucho más que los 290 dólares que las autoridades les ofrecen.

Los rituales también fueron prohibidos. / AFP

Los rituales también fueron prohibidos. / AFP

Con la prohibición de los ataúdes para impedir los entierros llegó la prohibición de las ceremonias y rituales. Las autoridades no hacen excepciones. En abril se llegó a exhumar el cuerpo de un anciano que había sido enterrado violando la prohibición.

Pero hasta la prensa estatal china está en contra, llamando esta prohibición «bárbara e impopular».

«¿Hay alguna razón para llevar a cabo una movida tan brutal e incluso bárbara?», dijo el editorial del People’s Daily, portavoz del Partido Comunista de China. «Incluso si las reformas fúnebres se llevan a cabo efectivamente, los corazones de las personas se rompen y la credibilidad (de la administración) se pierde… (y) el resentimiento acumulado desencadena inestabilidad».

Hong Kong

Tumbas, tumbas y más tumbas en Hong Kong. / AFP

Tumbas, tumbas y más tumbas en Hong Kong. / AFP

En el otro extremo de la escala de la riqueza china, en la opulenta y costosa Hong Kong morir y ser enterrado es igualmente complicado, pero por otras razones.

Darle «hogar» a los muertos en Hong Kong cuesta más que a los vivos.

La falta de espacio ya en la década del 70 forzó a Hong Kong a prohibir la construcción de nuevos cementerios, y se ordenó además que los cuerpos sean exhumados tras seis años de entierro para dar lugar a los «recién llegados».

Pero en una ciudad donde mueren unas 40 mil personas por año la medida no alcanza. Y además, al dilema se agrega otro factor: no solo vivir en Hong Kong es costoso, morir también.

A pesar de tener un área de solo 1.100 kilómetros cuadrados, Hong Kong alberga a 7,3 millones de personas. Esto hace que el centro financiero asiático sea una de las ciudades más densamente pobladas y caras del mundo para vivir. De hecho, Hong Kong viene conservando año tras año su título de «la ciudad menos accesible del mundo».

El espacio es tan limitado en Hong Kong que no solo es inasequible para los vivos, sino también para los muertos.

Escasez de nichos

Según un informe de la Deutsche Welle, Hong Kong enfrenta escasez de nichos: espacios para almacenar urnas que contienen los restos cremados del difunto. Estos nichos públicos cuestan alrededor de 330 dólares cada uno. Pero con aproximadamente 44.000 muertes cada año durante la última década, y con la provisión de solo 500 espacios al año, las familias tienen que esperar al menos cuatro años por un nicho de urna.

Muchos no tienen más remedio que recurrir a sitios privados. Y al igual que la vivienda, la escasez ha aumentado los precios de los nichos de urna. Ahora cuesta alrededor de 10.000 dólares comprar un solo nicho de urna en un columbario privado. Los precios también varían según la ubicación del columbario y el «feng shui» del lugar. En el más caro, un único nicho de urna puede costar más de US$ 150.000.

Y eso no es todo. Estos «columbarios» están ubicados en zonas residenciales. Y a los vecinos no les gusta nada.

El futuro

Las cosas además pintarán cada vez peor. 

De acuerdo con la Oficina de Alimentos y Salud de Hong Kong, la discrepancia entre la demanda y el suministro de espacios para urnas solo se acelerará en las próximas décadas. Se proyecta que alrededor de 1,1 millones de cremaciones tendrán lugar en los próximos 20 años, mientras que el gobierno solo podrá proporcionar entre 800,000 y 900,000 espacios nuevos para urnas.

Ricos o pobres, morir y descansar en paz en China se ha convertido en una tarea imposible.

Fuente: Clarín 

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