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Acaso por el revuelo que se generó cuando Mauricio Macri habilitó el debate por la despenalización del aborto, el Gobierno decidió mantenerse relativamente al margen del tema y delimitar su suerte a la voluntad del Congreso. Tan distante se mostró desde el inicio la Casa Rosada, que para desestimar cuestionamientos opositores que lo acusaban de buscar un rédito político e instalar agenda para «distraer» a la gente, el Presidente debió aclarar que, si bien estaba en contra de la iniciativa, no iba a vetarlo en caso de que el proyecto fuera aprobado. La estrategia de esquivar el tema se mantuvo incluso una vez iniciada la discusión en la Cámara de Diputados. Igual, como en casi todo lo que ocupa la agenda mediática, el Gobierno buscó indagar qué opina la gente y encomendó la primera encuesta.
Como contó Clarín semanas atrás, seis sondeos, realizados a nivel nacional y en el ámbito metropolitano, mostraron que la mayoría de los consultados se manifestaba a favor de la despenalización.
El informe que el Gobierno recibió de Isonomía, una de las consultoras en la que más confía el jefe de Gabinete Marcos Peña,muestra un escenario más parejo. La brecha es mínima: el 46% por ciento de los 4.200 casos relevados a nivel nacional se inclinó por el rechazo a la despenalización, mientras que el 45% se mostró a favor.
En el universo de encuestados en el que el Presidente tiene imagen positiva, el 45% se muestra a favor y el 47% en contra de la despenalización. La proporción es similar en aquellos que lo desaprueban: 47% está a favor y 46% en contra.
Fuente: Clarín