Pity Martínez: “No me pesa la 10, la disfruto”

Con 21 años, se luce con una camiseta pesada. Y admite que se encontró con un club "más grande de lo que imaginaba"



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Con 21 años, se luce con una camiseta pesada. Y admite que se encontró con un club «más grande de lo que imaginaba»




Alonso ya era una leyenda de pelotas naranjas y proezas internacionales cuando Liliana alumbró a Gonzalo Martínez, hace 21 años en Guaymallén. Tres meses antes de su nacimiento, Marcelo Gallardo debutaba en Primera. Y cuando Pablo Aimar parecía continuar con la dinastía del enganche, el Pity recién empezaba a aprender a leer y a escribir, lejos de Buenos Aires. Hoy, el mendocino que empieza a escribir su nombre propio en la historia de River está rodeado de todos esos «10». El Beto es asesor futbolístico, el Muñeco es su técnico y el Payaso, uno de sus ilustres compañeros. Aunque el crack asegura que nunca tuvo un ídolo de pantalones cortos, que el ejemplo es su viejo, Luis, un albañil que trabajó día y noche para que nada les faltara a sus siete hijos.

A Martínez no lo estremecen las luces de Udaondo y Figueroa Alcorta. «Lo único que me cambió la vida fue ser papá de Pilar, mi beba. El fútbol, en ese sentido, es secundario», dice ante Clarín, rodeado de hinchas contagiados por el efecto Pity, por ese talento que fluye de su exquisito pie izquierdo. Lo dejó claro en Mar del Plata, cuando se puso la banda roja por primera vez, ante Independiente. Lo ratificó en la Recopa Sudamericana, cuando asistió a Carlos Sánchez en el gol que abrió la serie ante San Lorenzo. Y lo confirmó en Junín, cuando metió dos pases maravillosos en el primer tiempo ante Sarmiento.

Pocos saben que el Pity estuvo a punto de jugar en River durante 2006. Entonces, tenía 13 años y pasó la prueba de rigor. Sin embargo, a la familia no le alcanzaba el dinero para mantenerlo en Buenos Aires y tuvo que regresar a Mendoza. Su representante, Marcelo Simonian, lo adoptó y lo llevó a Huracán. ¿Quién hubiera pensado que, casi una década después, pagarían casi 40 millones de pesos por el 80% de su pase? A horas de viajar a Bolivia para el debut en la Copa Libertadores, Martínez habla con desparpajo. Y lo resume en una frase: «No siento la presión porque juego al fútbol desde chiquito. Yo entro a la cancha a disfrutar».

-¿En serio no sentís la presión de jugar con la «10»?

-A mí no me pesa la «10», la disfruto. Sé lo que significa el número, la usaron grandes jugadores a nivel mundial, pero yo tengo que ponerme esa camiseta y salir a jugar.

-¿Pero no te conmovió ni un poquito cuando te enteraste de que Gallardo te iba a dar el número que utilizaron el Beto Alonso, Pablo Aimar y el propio Muñeco?

-La verdad, me enteré por los medios de que me iban a dar esa camiseta. También la utilicé en Huracán, sé que en River representa mucho, pero no me puedo volver loco, tengo que estar al margen.

-No vas a decir que es lo mismo jugar en Huracán que en River.

-Lo que cambia es el contorno, la cancha, las tribunas, la gente… Adentro del campo de juego, trato de ser yo mismo.

-¿No creés que estás hecho a la medida de River?

-Me favorece mucho que el equipo ataca y tengo compañeros con nivel de Selección. Yo sólo tengo que preocuparme por mi juego.

-¿Era todo lo que te imaginabas River?

-Cuando estaba en Huracán, pensaba que podía ser de determinada manera. Pero ahora que estoy adentro del club, que vivo el día a día, es más grande de lo que imaginaba.

-Entraste contra San Lorenzo y fuiste clave. En Junín, también. ¿Te ganaste un lugar entre los titulares?

-Yo no vine a River a especular, a ver qué pasa. Vine a jugar. Y desde el lugar que me toque estar, ya sea dentro de la cancha o en el banco, voy a tratar de ayudar.

-La gente ya te hace notar con su reconocimiento que sos un jugador del paladar de River …

-Todo el tiempo me cruzo con un hincha de River. En la calle, acá, en el club. Espero cumplir con las expectativas de todos.

-Por el escenario, en un estadio que está a casi 4.000 metros de altura, ¿un empate es un buen resultado?

-Nunca jugué en la altura. Pero lo primero que me inculcaron cuando llegué a River es que hay que ganar o ganar. Y así vamos a salir a jugar en todos lados.

Fuente: Clarín