CGT: en medio de la guerra, Schmid le pegó a sus colegas corruptos

En una columna en Perfil, el secretario general de la central obrera dijo sentir "vergüenza ajena" por los sindicalistas que se enriquecieron.



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Mientras Carlos Acuña y Héctor Daer intercambiaron este fin de semana fuertes acusaciones y pases de factura, el tercer triunviro de la CGT, Juan Carlos Schmid, arremetió contra los sindicalistas que se enriquecieron gracias a sus cargos en los gremios, de quienes dijo que siente «vergüenza ajena».

En una columna publicada en la edición impresa de ayer del diario Perfil, Schmid aseveró: «Vergüenza ajena es la expresión inmediata que siento al ver las riquezas mal habidas que los medios han develado de algunos mal llamados dirigentes sindicales».

Aunque precisó: «Sin embargo, no podemos ser ingenuos… Detrás de la reiteración de titulares e imágenes se busca instalar la certeza de una cruzada contra la corrupción; que algunos de esos malandras ostenten un cargo sindical no debe confundir. Son la excepción, mucho menos frecuente que la enquistada en otros actores de la sociedad, y de ningún modo la regla».

Ante las denuncias de corrupción que surgieron contra algunos dirigentes gremiales, el secretario general de la CGT repudió a aquellos que mancharon el nombre del resto del sindicalismo: «Hay que ser un cretino completo para que, después de dedicar años de vida a la militancia gremial, se manche al conjunto de la dirigencia luego de alcanzar un cargo de poder. El poder sirve para transformar a la sociedad, para mejorar la vida de los compañeros y compañeras, no para alimentar la ambición de nadie», señaló.

En su columna, Schmid también cuestionó la decisión del Gobierno de auditar las cuentas, los padrones y los bienes de los sindicatos: «El actual embate apela a unos pocos casos excepcionales que pretenden manchar a todo el movimiento obrero y, lo que es más grave, buscando otorgar a los funcionarios de turno una injerencia que no les compete. De eso se trata la anunciada intención de emprender auditorías o controles sobre las organizaciones gremiales, en una violación de las normas internacionales y nacionales que les reconocen independencia del Estado y de los gobiernos», sentenció.

Y desafió: «Si los funcionarios están tan preocupados por controlar las cuentas de organizaciones civiles particulares, ¿por qué no auditan a entidades financieras o a la Sociedad Rural?».

«Se está promoviendo una idea que no busca elevar las prácticas morales sino atacar al sindicalismo, intentando impedir que cumpla con su misión y razón de ser: la defensa de los intereses de los trabajadores y los más necesitados. Es decir, de todos aquellos que, en palabras del papa Francisco, son la “periferia existencial” en un mundo injusto y egoísta: nuestros viejos, nuestros niños, nuestros jóvenes que no pueden trabajar ni estudiar, los millones de argentinos que no consiguen llevar a sus casas lo necesario para parar la olla diariamente», sostuvo el líder sindical.

«La agresión contra los sindicatos no es nueva y siempre ha estado vinculada a políticas tendientes a concentrar cada vez en menos manos la riqueza e imponer condiciones progresivamente peores a las grandes mayorías. En su historia, el movimiento obrero atravesó etapas mucho más duras; basta recordar que ha luchado sin tregua durante los regímenes autoritarios», consideró y concluyó: «Entonces, si con toda esa violencia no consiguieron desarticular ni hacer desaparecer al movimiento obrero organizado, no será sembrando el desprestigio que podrán doblegar la voluntad de quienes hemos decidido dedicar nuestra vida a defender a la más vieja nobleza del mundo: la dignidad de los hombres de trabajo».

Fuente: Perfil